Las repercusiones mediáticas de la entrevista entre el colaboracionista de la Dictadura Cívico Militar, Joaquín Morales Solá y Mauricio Macri continuaron hasta la mañana de hoy. Todo el arco político repudió los dichos del ex mandatario conservador (incluso el ministro PRO, Fernán Quiroz lo salió a cruzar), que disparó una batería de mentiras e inexactitudes sin que el veterano cronista le repreguntara o confrontara las falacias que estaban siendo transmitidas. 

En la noche de ayer, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, le habló en primera persona a Macri, a través de la entrevista con Alejandro Bercovich, allí pudo poner en blanco sobre negro, y desarmar las mentiras vertidas en el programa del colaboracionista Morales Solá.

Volvamos atrás y veamos que, la sucesión mendaz de Macri, rozó lo patético cuando, al momento de realizar una autocrítica de su gobierno, citó el hecho de no informar al público el estado de las reservas del Banco Central de la República Argentina a las que tildó de “negativas”. El propio informe de 2016 del Banco que comandaba Melconían, informa reservas por 26500 millones dólares al final del ejercicio 2015. El PRO entrega al gobierno de Alberto Férnandez existencias por 43000 millones, pero con 105.000 millones de dólares más de deuda en títulos y 45000 millones de dólares en un crédito stand by del FMI. Tampoco aclaró lo comprometido de las reservas en pagos de cortísimo plazo para diciembre de 2019, enero a mayo de 2020, que sumaban mucho más de las existencias en el Central.

En otro de los momentos que llamó a la vergüenza ajena general, fue el referido a la autocrítica en el que se responsabiliza en haber “delegado la política” en Frigerio y Monzó. La actitud “luisesca” expresada en ese momento, con tono absolutista nos presenta dos posibilidades: la primera, que el ex mandatario esté escindido de la realidad, lo cual es grave para alguien que se expresa como líder de la oposición. La otra, habla de la mirada de clase, de casta que expresa Macri. Esa que coloca a la política en un estrato inferior que puede ser delegada en gerentes, mientras que el “presidente” se ocupa de “asuntos más importantes”. ¿Qué es más importante para el presidente de una república que la política? Porque, repasemos: por mandato constitucional, Marcos Peña (ex Jefe de Gabinete) era el Administrador del Estado, la política la delegó en Frigerio y Monzó, la economía la manejó AEA y la Sociedad Rural, la cuestión social la empapeló de planes a través de Carolina Stanley, la seguridad y la defensa las delegó en Bullrich y Aguad (con los catastróficos resultados a la vista). ¿A qué se dedicó durante cuatro años, aparte de vacacionar como ningún presidente en la historia?

Como frutilla en la torta, tuvo la mala idea (OK, digamos el mal coacheo, porque si, de una entrevista de cuatro horas, solo pudieron emitir 40 minutos… mucho, no salió bien) de comparar a Cristina Fernández con Maradona (de mala manera) y sumar que él lo había sacado a Maradona del Fútbol. No hace falta comentar que en ambos casos la figura usada remite a dos mentiras en boca de Macri pero, meterse con Diego Maradona… Todos esperábamos la respuesta del técnico de Gimnasia de la Plata. Y no tardó en llegar. No solo lo desmintió, sino que le hizo notar lo que su gestión generó para las dos próximas generaciones de argentinos y pidió apoyo para “el gobierno de Todos”. Sabemos que, Diego, no da puntada sin hilo, lo gracioso y doblemente cruel en el mensaje del “diez”, fue haber apelado a una frase del propio padre de Macri que no fue necesario reproducirla (ya que está en el inconsciente colectivo de todos) y que -en breve- se convertirá en remera, pintada callejera y que -además- instantáneamente se convirtiera en trending topic mundial en la red Twitter, reproducido por destacados integrantes de colectivos y actividades diversas alrededor del globo. Esa frase que al expresidente lo persigue de toda a vida, aquella por la que quiso incursionar en política para demostrar que no era eso, pero esas palabras lo atormentarán hasta el último día de su vida y, el mensaje de Diego, fue lapidario: “Ya lo dijo tu padre.”

Rodrigo Mas

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