“Cuando se descubrió que la información era un negocio, la verdad dejó de ser importante”.  

Ryszard Kapuściński (poeta, periodista, traductor, fotógrafo, y ensayista polaco)

El exterminio al que se están viendo sometidos nuestros pueblos, debe cesar inmediatamente. 

 Pueblos latinoamericanos están siendo masacrados por la falta de previsión de gobiernos autoimpuestos de manera antidemocrática. Cadáveres yacen, días enteros, en las calles de Bolivia. Morgues colapsadas. El gobierno dictatorial desatiende las necesidades básicas de su ciudadanía. Tampoco le tembló la mano cuando echó a la Brigada Médica Cubana, mediante falsas noticias, persecuciones, agresiones, e incitaciones reiteradas a la violencia. Hasta diciembre pasado se produjeron veintiséis hechos graves, contra la Brigada cooperante. Incluso, agentes de Estados Unidos -con equipamiento especial- no se preocuparon demasiado por ocultarse detrás de cada incidente.

Financiamientos del Departamento de Estado norteamericano, apoyan políticas destructivas de la salud pública del pueblo boliviano. Complicidad y connivencia con un gobierno antidemocrático, que deriva en muertes masivas de su población.

 “Se considera crímenes de lesa humanidad —o contra la humanidad— a aquellos delitos especialmente atroces y de carácter inhumano, que forman parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil, cometidos para aplicar las políticas de un Estado o una organización.” 

Declaración de Roma de las Naciones Unidas

 Ecuador, Brasil, Guatemala, presentan casos similares. Tolerar esto ¿Hasta cuándo?  

 La responsabilidad de cada medio de comunicación en la divulgación de este tipo de hechos delictivos, es clave. La responsabilidad de todxs, quienes habitamos suelo argentino, para con el resto de habitantes de América Latina, es imposible de soslayar. No hay posibilidad de evadirse. No en personas que se ufanen de tener un compromiso con su presente, con su futuro, el de su descendencia, y con el de toda la región. 

Imposible no tener una mirada geopolítica de nuestra realidad diaria: esto está pasando ahora. No es paranoia. 

La derecha no descansa. Nunca. Aunque no parezca, sus tentáculos, siempre están en movimiento: sea en México, Nicaragua o Argentina. De una u otra manera está ideando, ejecutando algún movimiento que asegure ganar territorio. Sea encarcelando gente inocente, inventando una nueva falsa noticia, ensuciando a países socialistas, como lo citado respecto a la ayuda de los médicos cubanos por el mundo, país que hoy, veinte de julio de 2020, no registró nuevos casos de coronavirus. Al salvaje e inhumano bloqueo que somete al pueblo cubano, la derecha mundial, le suma campañas de desprestigio ante cada hecho humanitario solidario del gobierno isleño. 

 Relajar el esfuerzo es regalar terreno. Entender esto es vital para tener chances de derrotar los intentos de la derecha tradicional mundial, por sumar poder en Latinoamérica. 

La seriedad del asunto, obliga a asumir una responsabilidad que incluye prestar atención en muchos aspectos aunque, en general, detectar este tipo de acciones, no suele llevar demasiado esfuerzo. Igualmente, siempre se presentan nuevas formas de engaño, ignoradas aún, pero no mañana. Bajar la guardia es, justamente, lo no recomendable. 

Informarse certeramente: Esto conlleva saber optar dónde elegimos escuchar, leer, o ver información, prestando “esa” atención a quien emite su mensaje y cómo lo hace. Hay intereses creados en todos los que fijan agenda informativa. Noticias inverosímiles, microataques de la derecha, que no se publican o tienen muy poca cobertura y que podrían destacarse más en medios no hegemónicos. La continuidad de hechos aberrantes, en toda la región, es pasmosa: esta semana, el intendente de la localidad de El Hoyo, provincia de Chubut, integrante del Frente de Todos, fue desplazado en forma irregular de su cargo por la oposición, con la sospecha que la mano de Joe Lewis, terrateniente amigo de Mauricio Macri, está detrás de la maniobra. 

 El mayor indicio del peligro es dejarse estar, desinformarse, abandonar el “estado de alerta” para detectar y desenmascarar cada hecho puntual, para evitar su propagación, y denunciar públicamente. Evitar que más gente se haga eco de tales artimañas. 

 El gran desafío es descubrir la multiplicidad de variantes que utilizan para lograr sus cometidos. Visibilizar cada acto ilícito, no solo por la gravedad del mismo, sino por las consecuencias, que pueda acarrear para un mayor número de gente es un imperativo. 

Juan Martín Pettinari

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