Todos/as somos testigos de la indignación europea ante la guerra en Ucrania. En todo el continente se hacen comparaciones entre la actual guerra y la barbarie nazi durante la Segunda Guerra Mundial, pero omiten que gran parte de Europa fue aliada de Hitler en aquellos despiadados y sombríos años. 

A los nazis se les hubiera hecho muy difícil conquistar, destruir y cometer el mayor genocidio de la historia humana sin la complicidad y colaboración de muchos/as europeos/as: Hubo miles de franceses del Estado colaboracionista de Vichý que fueron a luchar junto a los alemanes en la invasión de la URSS. 

El ejército rumano, por orden de Ion Antonescu, participó activamente en la Operación Barbaroja y en el extermino de miles de judíos/as y gitanos/as.

Italia y España también colaboraron con un gran número de tropas para dicha operación. 

El “Generalísimo” Franco envió a la División Azul, mientras que, Italia, perdió a 20.000 soldados en tierras soviéticas. 

Los colaboracionistas pro nazis de Lituania perpetraon verdaderas masacres contra el pueblo judío que “horrorizaron” a los propios genocidas de las SS. El gobierno húngaro de Miklós Horthy y el eslovaco de Tiso fueron vasallos de

Hitler, participando activamente en la deportación y extermino de varios miles de judíos/as.

Las tropas finlandesas de Mannerheim se unieron al sitio alemán de Stalingrado y fueron cómplices de la muerte de miles de rusos/as. 

Los nazis tuvieron sangrientos aliados mientras ocuparon Yugoslavia: los “Ustachas” croatas liderados por Ante Pavelic exterminaron a 100.000 seres humanos, judíos/as y serbios/as fueron sus principales víctimas.

Un caso menos conocido, pero no menos brutal, fue el caso de la «División Handschar». La banda de asesinos estaba integrada por musulmanes bosnios al servicio de los ocupantes nazis. Fueron muy activos a la hora de «cazar» partisanos/as serbios/as que luchaban contra los invasores alemanes.

Los «naZionalistas» ucranianos fueron activos colaboradores de los nazis a la hora de asesinar en masa a judíos/as, polacos/as y prisioneros/as de guerra soviéticos.

La Europa «libre, civilizada y democrática» quiere borrar su pasado a través de una sobreactuada indignación frente a una guerra que ayudó a crear.

El fascismo es un virus que se propaga a través de vectores. Gran parte de Europa lo fue y Hitler lo aprovechó, por más que muchos/as europeos/as no lo quieran reconocer y lo oculten detrás de una “conveniente” amnesia.

Pablo Targhetta

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