Tomás Carlovich no era un jugador solo identificado con el Club Charrúa, Central Córdoba de Rosario, era un jugador adoptado por los amantes del fútbol y sentido como un “jugador del pueblo”.
En tiempos de rapidez, de mercantilización de las relaciones, de la primacía de lo económico sobre el sentimiento y, si de valores hablamos, el “trinche” representa en el imaginario común, todo lo contrario: se alejó de los grandes clubes y de los medios. Durante su época de jugador, la única manera de verlo, era cruzarlo en alguna cancha disfrutando del juego como uno más. Ya retirado y, pese a la enorme identificación con el club “Charrúa”, era común verlo en cualquier estadio, de cualquier categoría del fútbol.
El registro en video de su juego, es casi nulo y lo que, para otro jugador hubiera significado caer en el olvido, para él representó un agigantamiento en su figura. Para los y las amantes del fútbol Carlovich, era una leyenda y estas nunca mueren.