A finales de los cincuenta y principios de los sesenta, irrumpieron las Panteras Negras, quienes fueron la evolución del movimiento de derechos civiles que habían movilizado (a negros y blancos) contra la segregación legal y la discriminación diaria que sufrían los afroamericanos en Estados Unidos. Sus fundadores fueron Huey P. Newton y Bobby Seale, que provenían de grupos asociados al Black Power y al Revolutionary Action Movement (RAM).

Seale y Newton comenzaron a trabajar en los programas comunitarios contra la pobreza en el Ayuntamiento de Oakland y, al poco tiempo, -en 1966- fundaron el Partido de las Panteras Negras para la Autodefensa. La postura inicial del partido estaba centrada en poner en práctica los postulados de Malcolm X, favorables a la autodefensa, en un contexto de fuerte represión en los barrios negros de las grandes ciudades industriales de Estados Unidos y a impunidad policial.
Newton y Seale desarrollaron «las patrullas de vigilancia policial». Estas consistían en un grupo armado de Panteras Negras que seguían a la policía, para evitar que se cometan atropellos contra la comunidad afroamericana.
La primera aparición de las Panteras, tuvo lugar en un acto reivindicativo a favor del derecho del ciudadano norteamericano a caminar por la calle con armas de fuego cargadas. La primera campaña -propiamente política- de las Panteras Negras fue a finales de 1967, tras la detención de Huey P. Newton, acusado de asesinar a un policía. Bobby Seale lanzó una campaña masiva de apoyo a Newton bajo el lema «Free Huey», que incrementó la popularidad del partido en los barrios afroamericanos. A partir de entonces, las Panteras Negras, que habían adoptado un análisis marxista, se enfrentaron a algunos dilemas políticos que no habían formado parte de las ideas del movimiento por los derechos civiles y el Black Power: El primero todavía, estaba muy cargado de connotaciones religiosas, mientras que el segundo consideraba que el nacionalismo negro era una postura política suficientemente aglutinadora. Tanto Seale como Newton abrevaban en que, el gran reto político al que se enfrentaban, era la movilización conjunta de un proletariado negro, formado por los trabajadores industriales que componían la militancia urbana afroamericana tradicional. En este sector estuvo la clave del éxito político de las Panteras Negras: unir a obreros, desempleados y hasta pandilleros excluidos del sistema. Hombres y mujeres en un mismo proyecto de emancipación comunitaria.

Con este fuerte apoyo de base, las Panteras Negras, fueron asimilando tanto los restos del movimiento de derechos civiles como a los líderes del Black Power.
El partido tuvo un gran componente internacionalista y de colaboración con otros movimientos de similares características en el mundo. El imparable ascenso de las Panteras era un referente ineludible para muchos grupos de izquierda independiente que surgieron de la efervescencia contracultural: Las Panteras Negras fueron la inspiración directa de los “Young Lords” puertorriqueños de Nueva York y colaboraron activamente, (entre otros) con los “Students for a Democratic Society” (SDS), que estaban organizando las revueltas estudiantiles de estos años; con el movimiento de jornaleros agrícolas de César Chávez; con los movimientos pacifistas californianos y con el “Frente de Liberación Gay” de Jim Owles y Marty Robinson .

En 1969, las distintas agrupaciones locales de las Panteras Negras ponían en marcha los llamados «programas de supervivencia», una iniciativa para proveer a los barrios negros de los servicios sociales que les negaba el Estado. El más famoso de estos programas fue el “Breakfast for Children”, en donde los militantes le daban desayunos gratis a los niños antes que acudieran al colegio. Pronto le siguieron los programas médicos y dentales, programas de transporte para visitar a familiares presos y programas de atención a ancianos.
A finales de 1969, diez mil niños desayunaban diariamente con los programas de supervivencia y un 90% de la población negra apoyaba a las Panteras Negras. Para ese entonces ya habían sido asesinados 29 miembros del partido, entre ellos los líderes Bobby Hutton y Fred Hampton, más de 100 habían resultado heridos y otros tantos estaban en prisión. Aunque el partido fue abandonando progresivamente el culto por las armas y nunca utilizó la acción armada como estrategia para conseguir objetivos políticos, el hecho de llevar armas cargadas no ayudó a enfriar la situación, sobre todo teniendo en cuenta que las Panteras contaban ya con más de cinco mil militantes.
En 1969, el entonces director del FBI, John Edgar Hoover, estableció que las Panteras Negras y otros grupos considerados “subversivos”, constituían la mayor amenaza para Estados Unidos. También declaró que había que acabar por todos los medios con el «programa comunista» de desayunos para los niños. Las Panteras Negras pasaron a ser uno de los objetivos centrales del programa de contrainsurgencia “COINTELINPRO” y las tácticas de acoso se refinaron: no es que se acabaran los asaltos a tiros a las sedes de las Panteras, pero se complementaron con un programa extensivo de infiltraciones para favorecer los enfrentamientos internos en el partido. Como resultado de estos conflictos y de la persecución policial, Stokely Carmichael y Eldridge Cleaver decidieron exiliarse. El primero se instaló hasta su muerte en Ghana, bajo la protección del líder panafricanista Kwame Nkrumah. El segundo se retiró a Argelia, donde declaró: “La situación actual en Estados Unidos hace que sea posible una revolución armada”.
En los años 70 el partido se centró cada vez más en los programas sociales, pero el FBI asesinó a varios miembros. Entre 1972 y 1973 el partido le dio un giro a su política y se centró en la política electoral local presentando a un candidato para la alcaldía de Oakland.
Ya en los años ochenta las Panteras comenzaron a desvanecerse por los numerosos encarcelamientos y las muertes violentas de sus miembros. A pesar de su desaparición, el legado de las Panteras Negras ha ido creciendo durante años y está más vigente que nunca.
Bobby Seale resumió las causas del éxito y de la derrota de las Panteras Negras con las siguientes palabras: «Nos cayeron encima porque habíamos puesto en marcha una revolución verdadera, desde la base, para la gente normal. Teníamos un programa articulado y habíamos hecho coaliciones en las que cruzábamos las líneas de separación racial».